jueves, 23 de agosto de 2007

Malabares...

Hoy, sin saber por qué, me sabe extraño el volver a escribir (con ganas, por lo menos). Me permito recordarles que cada noche escribo, lo que sea en realidad: Un poema, una carta a nadie, una carta definitivamente para alguien, un relato, el primer capítulo de un Best Seller, un cuento de ciencia ficción de culto, algo de sci-fi, un FanFic… lo que sea. Todo depende de la noche, en realidad, de la luna y de las nubes, de la mera ausencia de nubes, de las estrellas…

No pocas veces he dejado lo que escribía a la mitad y me puse a matar zombies en el computador porque no sentía “auténtico” lo que estaba escribiendo.

Definamos autentico entonces, para iluminarlos antes de todo acerca del extraño vocabulario que me impulsa.

Auténtico, ca.

(Del lat. authentĭcus, y este del gr. αὐθεντικός).

1.- (Adj.) Dícese de un escrito, cualquiera sea su naturaleza, que acompaña y complementa las emociones y sentimientos de quien lo escribe, sirviendo de trasfondo o telón a cualquier conversación que el mencionado escritor engendre. E.g.: Lee esto… (silencio sorprendido)… conversemos.

2.- (Adj.) Dícese de un sentimiento inspirado y basado en verdades irrefutables. E.g.: Sabes… Aún la Amo…

3.- (Adj.) Dícese de un beso que se disfruta aún más por el simple hecho de que se sabe a ciencia cierta que las emociones que le dieron lugar son verdaderas. E.g.: Muack… (¡¿?!)… muackmuackmuackmuackmuackmuack…

Pues bien… ¿en qué íbamos? ¡Ah! Cierto… la autenticidad de lo que escribo. Pues bien, hoy me encontré, muy para mi sorpresa, dispuesto a escribir de nuevo. Al principio sin rumbo definido, debido a que sigo teniendo mucho que escribirle a cierta persona (sí, este texto es para ti, Melwen) y porque hoy se me antojaba escribir acerca de la melancolía que dejaba atrás, iniciándose como está un nuevo capítulo en mi vida. Y a medio párrafo caí en la cuenta de que lo que verdaderamente quiero escribir es (por fin) una colección de recuerdos, pero aquellos que me hacen feliz.

Pues bien… ahí comienzan mis problemas, pues los recuerdos tristes que tengo de Ella se pierden en la belleza de todo el trasfondo, como mero polvo sobre un bello auto negro (hoy se me antoja un Jeep Cherokee): es innegable que está ahí, pero algo de jabón del reencuentro o la velocidad de la locura de un poeta renacido no podría hacer más que dejarlo todo atrás.

Entonces… hablemos de feliz melancolía.

Mi vida diaria está llena de recuerdos, e incluso estúpidos rituales que muchos pensarían son una llave segura a la puerta de la locura. Lamento desilusionarlos, pero hace 5 años yo vi lo que había detrás de esa puerta… y decidí que bailar en el umbral… era más divertido.

Por las mañanas (a eso de las 12:15 PM por estos días), me despierto. Casi, casi por costumbre (y un dejo de locura, lo admito), reviso las llamadas de mi antiguo celular. El nuevo lo tengo hace ya 11 meses, pero yo prometí que cuando quisiera volver, solo tendría que llamarme. Como siempre, no tengo llamadas… prendo mi computador y de un salto parto hacia la cocina a prender el calefont… Lo guardo en mi velador, pero siempre lo llevo en mi mano…. prendo el calefont con un encendedor amarillo, de bordes negros. Por error compramos 4 iguales el mismo día… y ya voy en el tercero.

Vuelvo a mi pieza y pongo algo de música. La lista de reproducción ha variado a través del año, pero siempre incluye un tema de una carpeta llamada “Our Songs”. Voy a bañarme… Dejo correr la ducha un minuto mientras me lavo los dientes. Tengo un cepillo azul (cambiado ya 3 veces) junto a uno verde. Sí, lo adivinaron queridos lectores... compramos dos un día de principios de Junio… mentiría si les dijera el día… soy un enamorado, no un obseso (Se los firmo si quieren). Entro a la ducha… me baño y ahí en el… coso ese… donde va el jabón y el shampoo… esa cosa que cuelga del cuello de la ducha… (Jajajajajaja)… ahí hay una esponja-red (soy hombre, no esperen que recuerde estas cosas) con la que jaboneé su espalda decenas de veces.

Al salir de la ducha… poco más pasa. Me seco, me visto, me cuelgo del cuello un medallón de plata (¡¿?!) y me voy al trabajo.



[Inserte aquí 6 horas de entretenida rutina]



Diez y cincuenta minutos… comienza un martirio a medias (¿Queeeé?...). pues eso… un martirio a medias.

Martirio.

(Del lat. martyrĭum).

1.- (m) Muerte o tormentos padecidos por causa de la religión cristiana.

2.- (m) Los sufridos por cualquier otra religión, ideales, etc.

3.- (m) Dolor o sufrimiento, físico o moral, de gran intensidad.

Eso mismo, pero a medias. Me explico: Duele, pero lo atesoro. Es parte de lo que me mantiene humano. Mi martirio en una cadena objetos físicos asociados a recuerdos cuyo trasfondo logra que cada noche yo vuelva a soñar...

Canciones, olores, sabores… e incluso, por ser más descriptivo… en una caja de madera, siempre sobre la pantalla de mi computador, están los pasajes de bus… que me acercaron a ella… todos y cada uno de ellos. Entre sombras y luz…. Entre suspiros y el mero recuerdo de un gemido…

Vuelvo a pensar sobre qué escribir.

Adivinen a quién irá el próximo poema.


Camael… Blogging the Hell Out.

No hay comentarios:

Publicar un comentario