jueves, 16 de agosto de 2007

La Pompa de Jabón.


Hoy les traigo algo lindo, que será parte de mi libro en unos cuantos meses más. Es la transliteración y adaptación de un cuento que me contó mi abuela hace mucho tiempo atrás (también escritora y soñadora). Para cuando se publique, probablemente ustedes tendrán un año más, y para cuando se haga conocido, quizás dos. Ahora, les doy una satisfacción. Ustedes lo leyeron en segundo lugar (nada despreciable). Su destinataria original, al momento de escribirlo, era una niña que tenía una gripe de aquellas, que entre las cosas que decía, me pidió un cuento. Quien lo recibió de primera mano, se lo leyó, muy de mi parte. En un año o algo así, ustedes podrán decir: ¿Sabes? El autor de este cuento lo publicó en su blog hace un tiempo, y yo fui de los primeros en leerlo. Jajajaja… dejaré que mi esbozo de megalomanía descanse hoy y los dejo, repito, con algo lindo. Un cuento llamado: La Pompa de Jabón.


Para Pelu, por Camael Camus.



Hace muchos años, Pelu, cuando yo era más chico que tú, yo y mis primos nos juntábamos todos los veranos en Vicuña, en la casa de mis abuelos. Vicuña es un pueblo pequeño, ubicado de Serena al interior, metido en un estrecho valle, el Valle del Elqui, entre cerros altos color damasco que se pintaban de guinda cuando atardecía y junto a un río en el que nos podíamos bañar, y además, ¡la casa de mis abuelos era enorme! Tenía muchas piezas donde jugar y un gran patio con árboles de paltas, nísperos y limoneros, donde corríamos y nos escondíamos para planear alguna travesura, que generalmente era robarnos las galletas que hacía mi abuela y escapar antes de que nos atrapara.

Un día, muy extraño por lo demás, en que no había sol pero hacía mucho calor, mi primo Ignacio, mi prima Ximena, mi primo chico Eduardo y yo no teníamos ganas de jugar ¡tanto calor hacía que ni galletas queríamos comer! Los primos grandes y mi hermano Miguel se fueron al río Claro a bañarse, pero nosotros nos quedamos y nos empezamos a aburrir. Yo le pregunté entonces a mi abuela qué podíamos hacer y ví brillar una chispa de brujería en su ojo derecho, pero sólo un instante… me dijo:

- ¿Y por qué no hacen pompas de jabón?

- ¿Pompas de jabón? – pregunté - ¿Qué son esas?

- Son burbujas Diego, pero las haces tú ¡y tan grandes como puedas!

Mi abuela partió con un frufrú a la cocina y yo la seguí, llamando a mis primos… cuando llegamos, mi abuela, para hacernos reír, hacía unos ruidos como de brujería y le hablaba a un duende invisible que según ella vivía en la cocina y era dueño de un zorro rojo invisible que vivía en el patio, y le pedía ¡ojos de murciélago! ¡patas de salamandra! Nosotros nos reíamos al ver que ella mezclaba jabón con detergente para lavar platos y una pizca de agua… y nos entregaba a cada uno un vasito con una pajilla.

- Tomen aire, soplen las pajitas, despaciiiiito, despaciiito ¡y van a tener burbujas enormes!

Mi primo Ignacio desapareció corriendo a burbujear en el patio mientras mi prima Ximena llenaba de burbujas la cocina, mi primito Eduardo se conformaba con soplar dentro del vaso y hacer un montón de espuma que cuando le llegaba a la nariz se ponía a estornudar. Y yo me fui a un árbol del patio, en el que siempre me sentaba y pensé… ¿tan grandes como yo quiera?... ¡Y comencé!

Despacito, despacito… soplé y soplé e hice una burbuja del porte de mi mano que hizo ¡plop! y se me reventó. Mmm… debo tener más cuidado, me dije… Despaciito, despaciito… y en la punta de la bombilla aparecía lentamente una burbuja del porte de mi cabeza y ¡plop! se deshizo tirando agua por todos lados… ¡Pero yo estaba decidido a lograr la pompa de jabón más grande del mundo! Y volví a intentarlo siguiendo las instrucciones de mi abuela… ¿Cómo eran? ¡Ah, sí!... Despaciiiiito, despaciiito…

¡¡¡No tienes idea de qué sucedió!!!

De la bombilla salió una burbuja que empezó a crecer, a crecer, y a crecer, más grande que mi cabeza y creció y creció, ¡más grande que mi pecho!, y creció y creció y yo ya no sabía de qué porte era y de pronto… un rayo del Sol de Elqui se abrió paso entre las nubes y tocó mi burbuja… ¡y me atrapó!

¡Por un segundo no supe si reírme a carcajadas o llamar a mis primos o ponerme a llorar! Nunca antes había escuchado hablar de burbujas gigantes ni de pompas de jabón mágicas ni de… y una ráfaga de viento me llevó dentro de la burbuja ¡zuum! ¡volando hacia el cielo!

Volé y volé y me moría de miedo… no sabía que pasaba y miré hacia abajo… pude ver a mis primos corriendo en el patio, pero los veía distintos… en ese momento mi curiosidad le ganó a mi miedo y los vi bien. ¡¡Eran de color amarillo!! No se cómo, pero en ese instante yo supe que era el color de la diversión, miré mi cuerpo y seguía de color piel, y mientras la burbuja se alejaba pude ver a mi abuela saludándome desde el corredor de la casa ¡y brillaba de color plata! ¡lo sabía! ¡el color de la magia!

Bueno, si era una magia de mi abuela no podía ser mala, ¿cierto? Entonces me senté en mi pompa de jabón y dejé que el viento me llevara… en las calles de Vicuña vi a gentes de todos los colores… morados aburridos, más niños amarillos, un joven vestido de negro color gris… que estaba muy enojado. Una señora color cereza que saludó coquetamente a un señor color guinda que pasaba por ahí. Y vi a una niñita que también estaba morada… era muy linda y no tenía con quien jugar… me pegué a mi burbuja para mirarla bien y ¡zuum! Sin saber cómo bajé a su lado. ¡Me miró y se puso color azul! ¡Estaba asustada!, yo le sonreí y la saludé y poco a poco se fue poniendo amarillo diversión y se rió al verme bien y darse cuenta de que sólo era un niño en una pompa gigante de jabón… le hice señas de que subiera y alargó la mano… y mientras entraba a la pompa vi que me veía y se ponía ligeramente color rosa… ¿o era imaginación mía? y ¡Zuum! partimos volando hacia el cielo!

- Hola, soy Diego ¿Cómo te llamas? – le pregunté.

- Alejandra – me dijo - ¿Qué es esto?

- Esto – le dije mientras me inflaba de orgullo – es una pompa de jabón mágica.

- ¿Mágica? ¿y como es posible?

- En realidad no lo sé… ¡se lo tendremos que preguntar a mi abuela cuando volvamos!

Pasamos volando sobre el río y ya no había más gente que mirar, pero miramos mucho rato los cerros, que brillaban de colores mientras el sol aparecía de vez en cuando entre las nubes… en minutos la pompa mágica voló cada vez más rápido, y casi nos dio miedo cuando salimos como un rayo entre los cerros y llegábamos a La Serena, la ciudad que estaba en la costa. Y ahí, en la playa, Alejandra me tomó la mano emocionada mientras veíamos a la gente pintada de colores caminando como hormigas muy por debajo nuestro.

Volamos sobre la playa y hacia el mar, siguiendo a unas gaviotas que volaban a nuestro lado y pasamos bajito pegados al mar, viendo a nuestros pies unos delfines que perseguían su almuerzo… reímos y la pompa pasó lentamente sobre la ciudad. Gente amarilla de veraneo, unos pocos azules, saliendo de la película de terror de un cine. Una pareja rosada de enamorados que se miraba tiernamente y un tipo verde de envidia que los miraba… una señora color púrpura melancolía que miraba el mar, ¡y un señor rojo de rabia que se había pegado un martillazo en el dedo! Vi a mis tíos enamorados caminando por el centro y a mi padre café de preocupación que estaba apurado comprando unas cosas… y me acordé de mi mamá, que no me iba a encontrar en la casa y se iba a preocupar.

- Tenemos que volver – le dije a Alejandra – Nuestros papás se van a preocupar.

- Tienes razón – me dijo con un poquito de pena - ¿pero me pasas a buscar otro día?

- ¡Seguro! – le dije, mientras mi corazón latía con fuerza al saber que me había hecho de una amiga… y una muy linda además.

La pompa salió volando en segundos y pegó un salto tan grande que nos abrazamos mientras llegaba más y más arriba, hasta que vimos las estrellas. Y caímos lentamente, como una pluma, justo en el patio de mi casa…

Llegamos a centímetros del suelo y de pronto… ¡plop! la pompa mágica estalló, llenando de chispas el patio… nos miramos sorprendidos mientras veíamos como mi abuela nos miraba y reía. Nos llegaba un olor delicioso…

- ¡Te invito a comer galletas! – dije a Alejandra en un segundo, mientras su rostro se iluminaba. Mientras caminábamos a la cocina iba pensando en cómo la gente siente cosas que los demás no ven, y que si uno tiene cuidado, puede verlo sin magia… por ejemplo… yo sabía ahora que Alejandra me quería, con solo verla a los ojos.


Se despide por hoy… su pseudo-poeta melancólico.


Camael, Blogging the hell Out.

1 comentario:

  1. Fuiste como un bello amanecer, una tierna ilusión, un fugaz sueño de amor.
    Que poco tiempo tuve para mirar tus ojos, pero lo suficiente para alojarlos en mi mente y en mi corazón.
    Y es que conocerte a ti y no quererte es como mirar el sol y vivir en la oscuridad.
    Sabes….Es difícil comprender que no era nuestro tiempo, que no eras para mí, pero me consuelan los maravillosos instantes que el tiempo me permitió a tu lado y le doy gracias a dios por conocerte y a la vida por darme la oportunidad de amar.
    Hoy quisiera fundir mi alma con la tuya , convertirnos en uno solo y aunque no estés a mi lado y a pesar de todo el daño y de que nunca me quisiste...Siempre, siempre te recordaré como mi mas...más bella ilusión.

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