martes, 21 de agosto de 2007

Lo recordé...


- Voy saliendo, ¿necesitan que les traiga algo? – Su voz sube el pozo de la escalera justo cuando bajaba. De camino a la cocina le respondo en broma a mi compañera de casa y amiga.

- Si encuentras a una señorita de ojos color miel, con un pequeño triángulo verde en su ojo derecho, me la traes, ¿eh? – me río unos segundos al pasar junto a ella, con la risa menos alegre que mi alma engendró jamás.

- Diego, si quieres, puedo traerte algo, pero algo que exista. – Me devuelvo medio cuerpo en el pasillo para mirarla y contesto con una convicción que me reservo para decir “Dios Existe”, pero lo que sale de mis labios es distinto.

- Ella existe y vive, respira, ríe y suspira. No lo dudes jamás. – Con la semilla de la melancolía echando raíces ya en mi corazón, escucho su respuesta unos metros más allá, medio ahogada por mis pasos.

- Ella vive, Diego, pero ya no como tú crees.- Siento algo romperse dentro de mí y la represa de mis ojos se resquebraja con el poder que solo la realidad tiene sobre mí. Suspiro profundamente… y yo que esa noche tenía planeado dormir…





El taxi de Mr. Fierro, mi fiel acarreador, rueda lentamente por las calles de Antofagasta. No me debería permitir un taxi, medio ahorrando como estoy, pero con Mr. Fierro es distinto. Hace meses atrás, saliendo de un supermercado cerca de mi trabajo había un grupo de taxistas. Esa noche no tenía la menor intención de caminar un mero metro más de lo necesario y mi ánimo estaba dispuesto a sembrar algo de confusión en la gente, algo que me divierte y cuando sea famoso sacaría sonrisas a quienes lo presenciaron, aunque no lo entendiesen en su momento (yo y mis sueños a ojos abiertos). Al llegar junto al grupo dije en voz alta:

- Bueno, ¿a quien le toca llevarme? – Un taxista se separó del grupo y dio unos pasos en mi dirección y repetí con la misma voz – Bueno entonces, ¿y a quien le toca escucharme? - El taxista se detuvo en seco y escuché unas risas entre el grupo y de él surgió Mr. Fierro. Me miró de pies a cabeza a dos metros de distancia y su respuesta fue en el mismo tono, medio entendiendo mi pequeño examen. – Depende pues joven: ¿Es una historia triste o una divertida?

Lo admito, no esperaba que me respondiera alguien, y mi respuesta fue automática. – Todo lo triste o alegre que pueda ser el silencio. – Su rostro se volvió una máscara de preocupación menos de un segundo, mientras reiniciaba su análisis de mi persona: Un joven alto, de sonrisa clavada más que nacida y de ojos tristes de un tono claro indefinido, pero sinceros (sus propias palabras, que escuché unas semanas después). – Yo lo llevo, joven.

Un par de risas del resto coronaron el momento y lo seguí a donde estaba su vehículo. El Taxi Nº8. Me detuve unos instantes y le dije, medio en broma, señalando con un dedo al número - Le faltaron 9 para ser mi número de la suerte. - Su rostro volvió desde el interior del taxi. – Sume uno y siete. – fugaz, como he aprendido que es, se metió en su taxi y prendió el motor, esperándome.

Sin más palabras entré al taxi, y guardé mi prometido silencio. Al llegar a casa y al llevar mis manos a la billetera Mr. Fierro me miró por el espejo - No sé por quién sea su promesa, pero ya es hora de que aprenda a llorar para sacar el dolor de su alma, no para clavárselo. Ame de verdad o deje de [CENSURADO]. - Salí del taxi y él partió, yo sin pagar, pero el viejo sabía que se había hecho un cliente y un amigo.

De eso ya son seis meses, y Mr. Fierro aún me cobra mil menos por carrera, como siempre, y nada en absoluto si él va en la dirección que yo voy.
...

Me deja en la puerta de un pub, donde sé encontraré gente de corazón amplio y sonrisas sinceras. El tipo de la entrada me deja pasar, pues soy un “regular”. Cuando trabajé aquí supe cómo se definía a cada persona que entraba, y me encanta ser un “regular”. Para este pub, un regular en una persona que nunca causa problemas, que da conversación interesante, aunque no gaste mucho y se queda, de vez en cuando, hasta cuando la noche termina, para dar algo de alegría a un momento vacío, como es decir "hasta luego, nos vemos mañana".

El local está lleno, tanto que veo grupos de pié esperando una mesa, incluso este lunes por la noche. Me dirijo hacia el centro del piso inferior, sorteando mesas, hasta quedar a vista de algún barman. Con una seña saben qué servirme, y miro a mi alrededor. Caras conocidas de mi universidad, caras de hace 10 o 20 carretes atrás. Amigas entrañables, amigos que sé tienen mucho que decirme. Y me quedo de pié, hasta que el destino haga que alguien se levante, me tome de un brazo y me presente, como siempre en este lugar: ¡Con ustedes: Camael Camus!

Esta vez me siento y escucho, casi, casi como siempre. Los que me conocen, mirando a mi alrededor, son dos hombres que no he conocido más que aquí, pero que me han sacado verdades y han aprendido algo de mí; una chica de 21, según yo, que me conoció hace unas semanas, que me dice entre risas Romeo, y aún no sabe el por que nunca le sonrío… y una amiga cuyo conocimiento de mí abarca ya 6 años. Aparte de ellos, 5 personas más se perfilan como sujetos de estudio y como hermanos ante mis ojos. Hoy me dedico a escuchar, desde un rincón, esperando a los apáticos y no creyentes. Espero que hablen y, como siempre, no tardan en mostrarse y contar sus vidas y pensamientos, pese al velo de virtud que pincelean sobre sus palabras.

El grupo se agranda con un par de recién llegados, amigos de amigos que no son míos. Saludo al DJ, cuatro metros sobre nosotros, y con algo de comprensión y dos dedales de amistad, sabe a qué apuntar con su música, aunque sean solo 10 minutos. Lenny Kravitz suena por los parlantes cuando escucho la inevitable primera pregunta.

- ¿Y quién es este? – Su voz es, para mí, anónima, pero para mis amigos, refleja incredulidad.

- Este, amigazo, es un poeta, ve tú a saber de debajo de qué piedra salió, pero es nuestro profeta oficial del Amor, con mayúscula.

Río unos instantes, hasta darme cuenta que algunas de las damas del grupo me miran con incredulidad, que aprecio más que la agresividad de sus parejas, por supuesto. Me clavo en mi silencio mientras las miradas me recorren.

- ¿Profeta? - Entre risas alcohólicas alguna que otra palabra me llega del grupo donde me encuentro yo, por fin, sujeto de estudio, como puñales bajo seda. Lo veo ponerse de perfil y hablar con voz que simula sabiduría. – El amor es su propio profeta. Se anuncia con los besos, se pronuncia con las palabras y vive en los corazones… Para amar – dice sin creerlo, lo sé. – solo se necesita sentimiento.

Mi cocktail llega en ese momento, y el mundo se apaga a mi alrededor. La miro. Una mujer de 22 y algo años, de rostro esculpido como sobre piedra, con una sonrisa que nace abrupta y fantástica como un tornado es repentino. Se retira… y vuelvo yo a mi fantasía de vivir. Algunas palabras se cruzan entre el grupo… espero una pregunta directa, lo admito, pero no lo que surgió.

Una mujer del grupo me miró, tratando de ver entre mis capas de piel de serpiente… y me preguntó:

- Entonces, poeta, ¿qué es el amor? – Su novio, que es quien habló antes, eleva sus brazos al techo, declarándose ganador de una lucha, que aunque él no lo sabía recién comenzaba.

Uno de mis conocidos, aunque le diría amigo si me conociera un poco más, comenzó a hablar. Mi amiga de años lo calló con un gesto mientras un tipo que no me conocía tanto como yo creía, callaba al DJ con un gesto. Algo de silencio confuso surgió, palabras de todo el pub se cruzaban por el ambiente hasta que, como siempre pasa, algo se destacó en la habitación. Por un segundo incómodo, me di cuenta que fui yo el que engendró el silencio, y sin importarme nada más, hablé:

Tal vez algo, quizás sea Dios, quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo. Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que llega a significarlo todo, solo para darte cuenta que al final, no era para ti y tienes que dejarlo ir.

Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros. Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.

Darle a alguien todo tu Amor nunca es un seguro de que te corresponderán, pero no esperes que te correspondan… solo espera que el Amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece sé feliz porque nació en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sorda para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón.

Nunca digas adiós si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencida si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la Amas si no puedes dejarla ir. El Amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado… a aquel que aun cree, aunque haya sido traicionado, a aquel que todavía necesite Amar, aunque antes haya sido lastimado, y a aquel que tiene el coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.

El principio del Amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos, y no tratarlos de cambiar a nuestra propia imagen, porque entonces solo estaríamos amando el reflejo de nosotros mismos. No vayas por el exterior, este te puede engañar... no vayas por las riquezas porque aún eso se pierde... vé por alguien que te haga sonreír, porque toma tan solo una sonrisa para hacer que un día oscuro brille. Hay momentos en los que extrañas a una persona tanto que quieres sacarla de tus sueños y abrazarla con todas tus fuerzas… y yo, más que nadie, lo sé.

Sueña lo que quieras soñar… ve adonde quieras ir… sé lo que quieras ser… porque tienes tan solo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer. Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce… suficientes pruebas para hacerte fuerte, suficiente dolor para mantenerte humana, suficiente esperanza para ser feliz y suficiente dinero para comprar regalos... Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo, sólo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino.

Si no sabes aún lo que es el Amor, te podría contar mi historia… pero ya no vale la pena nacer de nuevo desde las fuentes de mi propia melancolía. Amo, es verdad, pero aquí está el secreto: Si crees amar más que nadie jamás Amó… en ese momento… estás enamorada.



Tan solo 20 o 25 personas escucharon mis palabras… vi suspiros nacer a mi alrededor. Mi enemigo (tan solo un no convertido) se quedó en silencio mientras su mujer lo miraba con ojos de fuego, un juicio de un segundo y medio. Rendido… creyente o fingiendo, besó a su mujer.

Un Amante de papel o uno verdadero… jamás lo sabré.

Me puse de pié y me fuí hacia la puerta, luego de apurar mi cocktail maldito. Huí, como siempre, de tu recuerdo y tu piel…

Ahora mismo escribo de nuevo estas palabras, en mi eterna libreta, esperando hasta que el silencioso Mr. Fierro me saque del océano de recuerdos que acabo de crear.





Camael, Blogging Out.

2 comentarios:

  1. Y yo que pensaba que lo que ya había laído todo... esto no estaba antes, ¿verdad?

    Muy bueno... yo que tú le doy una copia a Mr. Fierro para que te cobre menos por hacerle propaganda.

    D'ahí nos wemos.

    ResponderEliminar
  2. Vmg k hly n franksxxxlinks, porn. Lkw f, kln kcqiym|bgl snrzqoh q rb mn.

    ResponderEliminar